CINEMAGABO: EL ESCRITOR EN SU LABERINTO CINEMATOGRÁFICO

Gabriel García Márquez y su relación con el cine…

Nicolás Márquez compartía con su nieto una afición especial: el cine. En su natal Aracataca en Colombia, lo llevaba de la mano hasta las funciones de una sala local, para que los dos disfrutaran de esas historias condensadas en unos metrajes de película. Para el joven Gabriel García Márquez, esos paseos representaban un mundo totalmente ajeno a su realidad y fue el inicio de una pasión.

“Había desertado de la universidad, con la ilusión temeraria de vivir del periodismo y la literatura, sin necesidad de aprenderlos”.

En su novela autobiográfica, Vivir para contarla, Gabriel García Márquez recuerda su apabullante atrevimiento de no dejarse morir de hambre practicando dos oficios sin estudios, pero el autor de Cien años de soledad sabía que la única forma de ganarse los pesos era frente a una máquina de escribir.

Más tarde confesaría, cuando la gloria y el éxito lo perseguían en cada rincón del mundo, que esa máquina fue su único sustento en la vida. Sin embargo, su amor por el séptimo arte había florecido en forma de críticas que salían impresas en el diario El Espectador en Barranquilla.

A mediados de los años 50, el Gabo buscó su propia experiencia cinematográfica con una participación en el cortometraje, La langosta azul y muchos años después sentado frente a amigos llegaría a una conclusión.

-Algunos dicen que toda esta vaina comenzó con esa filmación.

TERCER ASISTENTE DE DIRECCIÓN – 1955.

El editor del diario El Espectador asigna una fácil tarea a García Márquez: viajar hasta Venecia, Italia, para cubrir un prestigioso festival de cine y mandar consecuentemente notas de prensa para el periódico.

El joven escritor se pasó día y noche entrando a todas las funciones, consumiendo película tras película y en muchos casos, no le daba tiempo de mandar sus necesarias notas a Colombia.

García Márquez llegó a una lúcida conclusión: si para el oficio de escritor no necesitaba estudios, para el de cine debía buscar un poco de ayuda.

Por eso, viajó hasta Roma y se inscribió en el Centro Experimental de Cinematografía donde le llegó la oportunidad de participar en la película italiana Lástima que sea un canalla. La protagonista no era otra que su admirada Sofía Loren. Pero el Gabo no pudo ni siquiera verla a lo lejos.  Estaba como tercer ayudante de dirección y su trabajo era vigilar fuera del set, que los curiosos no metieran sus narices en la filmación.

Con esta escasa experiencia, y decepcionado de la enseñanza en el Centro Experimental de Cinematografía, García Márquez regresó a Colombia con una idea en mente: fundar una escuela de cine.

Tuvo que pasar más de dos décadas para que su sueño se cumpliera.

EL HOMBRE DENTRO DE UN CUENTO

“Me mudé a México con 20  dólares en el bolsillo, la mujer, el hijo y una idea fija en la cabeza: hacer cine”.

Sus propósitos siempre llegaban a feliz término. En México fue guionista de innumerables películas adaptadas o propias: El gallo de oro, Tiempo de morir, Presagio, El año de la peste.

En el mundo en que se desenvolvía, trabajó con magos de las letras y la cinematografía como Arturo Ripstein, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Carlos Monsiváis y Luis Buñuel. Con estos últimos participó como actor en un cuento de su autoría, En este pueblo no hay ladrones.

¿Cuál fue el primer papel de García Márquez como actor en su propio cuento? Era taquillero de un cine.

Cansado de no tener dinero, de las injusticias y egos del mundo cinematográfico, el escritor tenía la idea de una gran novela y se internó por muchos meses para concretarla: Cien años de soledad. El resto es historia.

El dinero, la fama y el Nobel dieron el impulso de crear en 1986 la Escuela Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de Los Baños en Cuba, así como la Fundación para el Nuevo Cine Latinoamericano.

El amante del cine observó como sus obras maestras llegaron a verse en pantalla: Crónica de una muerte anunciada (1987), Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988), El coronel no tiene quien le escriba (1999), La mala hora (2004), El amor en tiempos de cólera (2007), Del amor y otros demonios (2009), Memorias de mis putas tristes (2012).

Conocido en todas partes, García Márquez dejó de asistir a funciones públicas porque terminaba firmando autógrafos y no podía disfrutar de la función, pero su relación con la cinematografía siempre fue un pulso de amor y odio.

-Mis relaciones con el cine son como un matrimonio mal avenido. Es decir, no puedo vivir sin el cine, ni con el cine, y a juzgar por la cantidad de ofertas que recibo de los productores, a ellos les pasa lo mismo conmigo.

 

Autor: Mawarí Basanta

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